El Proyecto Educativo Poveda en Chicago cumple 20 años. El evento celebrativo reunió a profesores y beneficiarios y estuvo presidido por el obispo auxiliar Mark Bartosic.

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Más de mil trescientos estudiantes, unos cien voluntarios, más de cien títulos de secundaria conseguidos, aprendizaje de inglés y una gran superación personal de muchísimas personas están en el haber del Proyecto Educativo Poveda, (PEP) que acaba de celebrar su vigésimo aniversario.

“Y ahora voy a ir a la Universidad” dice Celia de la Torre, una de las primeras alumnas del Proyecto Poveda. “En el PEP me animaron a seguir estudiando… y estudié los caminos de la educación familiar con mis cinco hijos. Ahora, que ya están crecidos, sigo recordando el consejo, y voy a inscribirme en la Universidad”, añade. Ella fue una de las participantes en la celebración que tuvo lugar el 3 de diciembre en la misma parroquia que acogió el Proyecto en 2002.

Sentido de familia y respeto collage chicago

Con la asistencia de más de 150 personas –miembros de la Institución, antiguos alumnos, familiares, y amigos– fue una celebración al mismo tiempo solemne y familiar. María Rosa Arbona, en nombre de la Institución Teresiana, dio la bienvenida a todos. Arantxa Aguado y Carmen Fernández Aguinaco hicieron una breve presentación de la historia del Proyecto y una reflexión sobre los aprendizajes alcanzados a lo largo de estos veinte años. Varios antiguos alumnos dieron testimonio de su participación en el Proyecto y del sentido de familia y respeto que habían disfrutado y aprendido durante sus estudios.

El obispo Mark Bartosic, quien en 2002 era el párroco que abrió las puertas al Proyecto, hizo a continuación una reflexión sobre lo que ha significado para él personalmente y para la comunidad parroquial la presencia del PEP: un proyecto centrado en la educación integral que incluye la creación de relaciones, lazos familiares y de amistad, y una solidaridad que se ha evidenciado a lo largo de los años.

Al final, se ofreció una comida preparada por los miembros y amigos de la comunidad.

Breve historia de una vida intensa

El Proyecto Poveda comenzó en 2002, cuando los miembros de la Institución en Chicago se preguntaban cómo llegar a algunos sectores de la población inmigrante que, por diversas situaciones, no tuvieron acceso a programas de educación formal. El proyecto contó, desde el principio, con el entusiasta apoyo del entonces párroco de Santa Francisca Romana, Mark Bartosic, que acogió el Proyecto. A un primer anuncio acudieron más de 20 mujeres, deseosas de mejorar su capacidad de lectura y escritura.

Pronto empezaron a surgir otras necesidades: conseguir el certificado de secundaria y aprender inglés. Y así se adaptaron programas y métodos a cada uno de los estudiantes que se acercaban. “Aprender es tarea de toda la vida”, era el lema que presidía todas las clases y programas. Y, por tanto, el aprendizaje entre alumnos, profesores y voluntarios, siempre ha sido mutuo.

Una constante esencial ha sido el sentido de respeto por la dignidad de cada persona y el fomento de su autoestima. “Es como una liberación”, dijo una vez uno de los alumnos, “no saber leer era como estar ciego; ahora soy libre…” Y otro: “Yo antes estaba asustado; no hablaba. Pero ahora que entiendo el calendario y las horas, defiendo mis derechos. Mis compañeros están sorprendidos y admirados…”.

Poco antes del confinamiento debido a la pandemia de COVID-19, se había iniciado un programa para padres de familia, la “Universidad de la Familia”, que trataba temas de interés para familias en una nueva sociedad y cultura: comunicación entre padres e hijos, finanzas, información sobre oportunidades y derecho a ayudas sociales.

Durante los difíciles años de pandemia, se tuvieron que suspender las clases presenciales, pero algunas continuaron virtualmente. Personas de la diócesis de Des Moines, Iowa, que tuvieron noticia del proyecto, se unieron a las sesiones por Zoom.

El Proyecto empieza ahora una nueva etapa, fortaleciendo las clases presenciales y por Zoom, el programa de familias, y otros en colaboración con el Instituto de Liderazgo Pastoral de la Archidiócesis de Chicago.

Carmen Fernández-Aguinaco, Chicago.

 

 

 

 

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